Etiqueta e identidad: algunos pensamientos
Por Mariana D’Agostino Extraido de la web: pequeniosuniversos.wordpress.com
“En el seno de una sociedad que con facilidad concede demasiada importancia a las técnicas, a la fuerza y la potencia, las reglas de etiqueta permiten sentir que existen valores superiores cuyo respeto es importante sin tener que forzarse a ello. Son la condición sine qua non de la supervivencia en una sociedad.”
Tamura Nobuyoshi Sensei, Aikido. Etiqueta y transmisión,
Barcelona, Editorial Paidotribo, 2002.
Tamura Nobuyoshi Sensei, Aikido. Etiqueta y transmisión,
Barcelona, Editorial Paidotribo, 2002.
La vida y las etiquetas
Cuando compramos una prenda “de calidad” viene adosada elegantemente una etiqueta que indica su marca, su sello, su distinción, aunque sea un artículo no demasiado caro. La etiqueta opera allí como una suerte de trazo, de huella, de identidad.
Cuando catalogamos a una persona de nerviosa, obsesiva, generosa, distante, tímida, extrovertida, la estamos etiquetando, le estamos otorgando un sello que, tal vez, sea acertado en partes, tal vez, no quiera llevar o, tal vez, sea injusto. Esa acción, a la vez, dice mucho de nosotros, sería, en cierta manera, como una etiqueta boomerang.
En el mundo de las nuevas tecnologías, concretamente, en la red social Facebook, etiquetar a alguien es decirle al mundo el nombre y apellido de la persona que aparece allí en la imagen, es darle una referencia concreta, una coordenada de existencia.
De alguna manera, desde mi humilde punto de vista, la etiqueta en el aikido es un poco todo eso. En otras palabras, es la construcción de nuestra identidad como practicantes y, si se puede, luego, como personas.
Haciendo un poco de repaso
En la práctica de aikido hay una gran cantidad de etiquetas que provienen del mundo cultural japonés, algunas de ellas son:
-La gran cantidad de saludos y agradecimientos durante de la clase: al kamisa, al sensei que da la clase, a los compañeros.
–La relación sempai-kohai. El vínculo entre el que primero dio el paso en el camino y el que lo dio después respeta la etiqueta básica de nunca corregir al sempai (aunque se equivoque) y de siempre dar el ejemplo frente al kohai, el que descubrió después nuestra arte. Dar el ejemplo no significa sermonear, dar el ejemplo es mostrar con nuestros comportamientos, con nuestra actitud en el tatami.
-El silencio en la práctica: en términos ideales, se evita todo diálogo en el tatami. Reconozco que esto es muy difícil de respetar, culturalmente hablando, para nosotros, latinos, argentinos. De todos modos, resulta productivo a veces bajarles el volumen a nuestras raíces y combinarlas, subirle el tono a la orientalidad. La sensación que tuve al ver por primera vez una práctica de aikido fue que las técnicas se copian, no se explican, no se hablan, hablan por sí solas.
-La puntualidad: los tiempos actuales nos obligan a estar “corriendo” a lo largo del día. Sin embargo, procurarse la entrada tranquila al dojo es una regla de etiqueta fundamental por respeto a la serie de rituales que conlleva la clase. El encuentro se abre con la voz del mokuso, que implica desconectarnos de lo que traemos de afuera del dojo para conectarnos únicamente con la práctica, pero ¿qué pasa si llegamos tarde? Claramente, no participamos de esa ceremonia.
–La prolijidad. No utilizar aros, anillos ni collares de ningún tipo es una pauta de etiqueta hacia nosotros y hacia los compañeros, además de que evita lesiones y peligros innecesarios. El aikido es un arte con un bajo nivel de lesiones y estos aspectos tangenciales son los que integran ese bajo nivel, que podríamos reducir aún más. Asimismo, practicar limpios y con el equipo en buenas condiciones es importante, dado que el aikido es un arte de mucho contacto en el que literalmente le ofrecemos nuestro cuerpo al otro. Cortarse las uñas de las manos y de los pies es casi tan fundamental como tomar un ukemi apropiadamente. Las uñas del otro lastiman en la práctica porque no trabajamos con el puño cerrado, nuevamente, el intenso contacto hace que sea deseable que la etiqueta se respete al extremo.
Otras etiquetas
Sería interesante compartir y comentar otras etiquetas que no están explicitadas:
–No criticar. Es esperable destacar la dimensión positiva en todas las cosas, incluso las que están mal hechas desde nuestro punto de vista o desde los otros. Esto también es muy difícil estando inmersos en nuestra sociedad y es una piedra con la que tropezamos diariamente. En lo personal, admiro más las actitudes que las proezas de la práctica y, en ese sentido, percibo claramente cuáles son los aikidokas que hacen todo el esfuerzo para lograr cumplir con esta regla de etiqueta implícita. Debo confesar que muchos lo logran. Esta es una de las costumbres que pueden traspolarse del tatami a la vida con más facilidad, no porque sea fácil de cumplir –en efecto, es todo lo contrario–, sino porque es muy fácil de ver, de hacer una tabla comparativa, de comparar dojo-vida. Otras cuestiones de la práctica son más difíciles de pensar en el interjuego adentro (dojo) y afuera (vida), entre ellas, por ejemplo, no ofrecer resistencia al ataque.
–Darles sentido a las etiquetas. Al principio, las respetamos porque son eso: etiquetas, reglas para comportarse, pero con el tiempo esas pautas, ese orden, adquiere un sentido y, cuando lo respetamos, estamos pendientes de cada gesto, de cada actitud, de cada mirada. Sin embargo, no estamos buscando no equivocarnos, sino que, con naturalidad, asistimos a cada ritual del tatami como un pequeño milagro, como un incentivo para seguir en la práctica. No estamos, así, cumpliendo con una etiqueta, sino que nos estamos buscando a nosotros mismos. La etiqueta nos forma, nos muestra y, si sale de adentro, es evidente para todos.
Más significados
“Rei” significa “saludo” y es una de las palabras que suenan siempre a la hora de abrir y cerrar una práctica de aikido. Sin embargo, “rei” abarca también el concepto de educación, cortesía, jerarquía, respeto y gratitud. El conjunto de esos términos está presente en cada clase, en cada encuentro, en cada tiempo compartido en el tatami. “Reigi” (la etiqueta) es la expresión del respeto mutuo en el interior de una sociedad. Podríamos decir que respetamos al otro porque nos sentimos miembros de la comunidad en la que vivimos, en la que ocupamos un determinado rol. Es, por supuesto, una interpretación personal del término, de la cual encuentro un eco en las palabras del Sensei Tamura, que entiende la etiqueta como “el medio para conocer la propia posición frente al otro”.
¿Qué significa ese “gi” que se le adosa al “rei”, al saludo? El “gi” es el hombre y el orden. La frase que toma Sensei Tamura de O Sensei es la siguiente: “El aikido existe para dar su justo lugar a las plantas, los árboles, los pájaros, los mamíferos, los peces, los insectos, hasta al menor mosquito”. Esta cita está reproducida en el capítulo “Etiqueta y disciplina” de Etiqueta y transmisión, una obra dedicada por completo y exhaustivamente a la didáctica del aikido. Allí se hace una explicación detallada del significado de la etiqueta que no queremos repetir en este espacio, puesto que no tiene sentido glosar una escritura tan directa, simple y llana como la de Sensei Tamura. Lo que sí nos interesa para esta entrada de Pequeños Universos es la estrecha vinculación entre etiqueta e identidad, entre la etiqueta y, en definitiva, quiénes somos, el lugar que ocupamos en nuestra comunidad. Puede tratarse de una comunidad de práctica, pero también puede consistir en la sociedad entera.
Desde mi apreciación, la etiqueta es algo que forjamos día a día, como las técnicas, como las caídas. Con mucha frecuencia, nos gustaría que fueran mejores, más espontáneas, más sentidas, menos repetidas, para que nos dejen mostrar quiénes somos, para exhibir nuestras coordenadas de existencia y, en ese trayecto, descubrirnos como practicantes y seres humanos.
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